Webinar: el impacto económico del coronavirus #COVID19

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En este webinar de formación continua para los Controllers certificados, Chartered Controller Analyst, CCA Certificate®, describo las consecuencias económicas del Coronavirus.

Más allá de la grave crisis sanitaria, el parón económico chino debido a las extraordinarias medidas de contención del coronavirus ha tenido un impacto severo a nivel internacional, dada la gran dimensión económica e integración del gigante asiático en las cadenas de valor globales.

La oferta y la demanda mundiales de materias primas, productos básicos e intermedios se ha reducido de manera similar a la fase más aguda de la crisis financiera de 2008, provocando caída de precios y de actividad. Esta caída no se observó en otras epidemias recientes o tras los ataques del 11 de septiembre.

A los costes directos de la emergencia médica y las compensaciones y estímulos económicos movilizados como respuesta, habrá que añadir otros mucho más graves y cuantiosos derivados de la ralentización de la actividad económica. Una disrupción prolongada debida al brote epidémico puede conducir a un bucle vicioso de oferta y demanda globales, abriendo la puerta a un estancamiento económico mundial de difícil salida, dado el reducido margen de actuación de una política monetaria extremadamente laxa, ya instalada en tipos muy bajos y negativos, y de una política fiscal de recorrido relativamente corto y peligroso, y el elevado nivel de endeudamiento global, situado en máximos históricos. Esta disrupción prolongada se traslada también al mercado del petróleo, sumido además en una guerra de precios, y finalmente a los mercados financieros, atenazados por una crisis de confianza que ahuyenta a los inversores y desploma las bolsas mundiales.

Toda esta situación podría constituir el germen de una crisis económica sin precedentes, de no adoptarse medidas coordinadas a nivel global, tanto para contener la expansión epidémica como para restablecer la confianza económica. Espero que les interese.

Las tres epidemias del coronavirus

En la anterior entrada de este blog efectuaba unas breves reflexiones sobre la dimensión global que estaba adquiriendo el brote de coronavirus tras haber salido de las fronteras de China. Quince días después, las dinámicas de esa expansión son todavía más claras y contundentes. En aquellas fechas, en España teníamos apenas unas decenas de casos; a fecha de hoy (7 de marzo) hemos alcanzado los 500 (cuarto país de Europa). En Italia ya van por los 5000 y están listos para aislar a 16 millones de personas. Se dice pronto.

Con las noticias de nuevos positivos nos llega también una avalancha de informaciones y desinformaciones, mentiras, medias verdades, datos científicos y bulos homeopáticos, cifras económicas, rumores, partes de situación, ruedas de prensa, desmentidos, acusaciones, teorías serias o conspirativas, declaraciones y mutis políticos… sumergiéndonos en un espeso plasma de incertidumbres y congojas. El COVID-19 tiene una dimensión que trasciende con mucho el componente sanitario y, como tal, sus consecuencias se extenderán largamente en el tiempo, más allá del momento de su contención. Tres son los brotes epidémicos que trae consigo:

  1. El virus.

  2. La desconfianza.

  3. La desaceleración económica.

Los tres se realimentan en su potencial dañino.

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1. EL INSOSPECHADO VIRUS

En el aspecto puramente médico, cada día vamos conociendo más aspectos del COVID-19, aunque sea una información necesariamente incompleta, dada la relativa novedad del organismo. La Organización Mundial de Salud ha efectuado un esfuerzo ingente de divulgación sobre la epidemia, incluyendo recomendaciones técnicas de actuación a las autoridades sanitarias. Y es precisamente en este punto donde empiezan las primeras asimetrías globales. Frente a la contundente y enormemente coercitiva respuesta china, impensable para los occidentales pero aplaudida por la propia OMS, hemos podido comprobar como cada nación ha hecho de su capa un sayo, siguiendo sus propios análisis internos, de acuerdo con sus capacidades sanitarias, prioridades políticas y económicas, peculiaridades culturales o configuraciones sociales, ofreciendo un mapa de reacciones heterogéneas que van desde el aislamiento de zonas enteras, la prohibición de eventos multitudinarios, la realización masiva de pruebas de detección, el cierre de colegios o las restricciones fronterizas, hasta un mero control adaptativo “blando” y una actuación selectiva sobre los brotes, sin prohibiciones específicas. Esta asimetría de informaciones y respuestas genera en sus respectivos ciudadanos un caudal interminable de preguntas ante las inevitables comparaciones que con toda razón se hacen. ¿Nos estamos pasando tres pueblos con las restricciones o nos estamos quedando miserablemente cortos, teniendo en cuenta lo que hacen nuestros vecinos? ¿Pueden más las consideraciones de naturaleza política o económica que las sanitarias? ¿Tenemos los medios suficientes? ¿Está el contagio controlado o lo damos por perdido? ¿Por qué se impide a los profesionales asistir a una reunión científica, pero se permiten y hasta fomentan las manifestaciones multitudinarias? ¿Nos ocultan la gravedad de la epidemia? Y la cuestión que repetidamente aparece en los medios: incluso aceptando la presunta imposibilidad práctica de detener el brote, ¿no resultaría mejor ser muy restrictivos ahora para evitar colapsar el sistema más tarde?

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La respuesta heterogénea y descoordinada de la propia Unión Europea (con varios miles de casos reconocidos mientras escribo esta entrada), siempre lenta y reactiva, tan precupada por el Brexit y sus presupuestos como incapaz en apariencia de ofrecer una sola voz ante la epidemia ni el necesario liderazgo en recursos, procesos e información, no hace más que contribuir a este panorama confuso, a una incómoda sensación de improvisación y de “sálvese quién pueda”, generadora de la segunda ola epidémica asociada al coronavirus: la pérdida de confianza.

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2. DESCONFIANZA

Frank Sonnenberg ha escrito que la confianza es como la presión sanguínea: es silenciosa, vital para la salud, y si se abusa de ella puede ser mortal. En el caso de una epidemia, la confianza ciudadana es el cimiento fundamental que articula una respuesta efectiva a la misma. Hace unos días, divulgaba en mi cuenta de Twitter una fantástica pieza histórica de la revista del Smithsonian sobre la evolución y gestión en EEUU de la pandemia de gripe en 1918. Una lectura larga, en inglés, pero muy recomendable, que nos habla de unas lecciones aprendidas que siguen de plena actualidad. El principal mensaje del autor con respecto a aquellos terribles acontecimientos se me quedó grabado a fuego en la memoria:

La lección más importante de 1918 es decir la verdad. Aunque esa idea se incorpora a todos los planes de preparación que conozco, su implementación real dependerá del carácter y liderazgo de las personas a cargo cuando estalle una crisis

En efecto, la eficacia de las intervenciones públicas en un evento sanitario de estas dimensiones depende del cumplimiento de los ciudadanos, y para que éstos cumplan, evidentemente, deben confiar en lo que se les dice. Este hecho resulta si cabe todavía mucho más relevante ante la enorme capacidad actual de difusión de información, tanto veraz como falsa. La falta de voluntad para responder públicamente a preguntas incómodas, para proporcionar directrices coherentes o para reconocer, sin alarmismos, la inevitabilidad de una epidemia acaba significando “que los ciudadanos buscarán respuestas en otros lugares y probablemente encontrarán muchas malas”. En esos casos, casi siempre prevalece la jungla. Para las autoridades públicas, se trata de un reto tan grande como el de la misma enfermedad.

En China, el férreo control informativo y la censura hicieron mucho más daño que la pandemia, pese a la posterior gestión de la misma. Son muchas las cosas que pueden hacerse para mejorar y coordinar una gestión informativa que sea rápida, potente, transparente y de acceso único, universal e inmediato para los ciudadanos, algo impensable en un régimen dictatorial pero imprescindible en una democracia avanzada. Tenemos los medios tecnológicos y los recursos financieros necesarios. Todo ello, acompañado de liderazgo, responsabilidad y capacidad de decisión.

No hay que tener miedo a decidir cosas, aunque resulten impopulares. Y cuanto más alto sea el nivel decisorio, mejor. De lo contrario se producirá la inevitable quiebra de confianza, lo que es demoledor para la tercera ola epidémica a la que me voy a referir, de naturaleza económica.

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3. EL CONTAGIO ECONÓMICO

Hace dos semanas ya explicamos como el parón de la economía china debido al COVID-19 iba a tener efectos multiplicadores a nivel mundial, debido a su integración cada vez mayor en las cadenas de valor globales, tal y como refleja el mapa anterior. Tales efectos ya se están presentando con fuerza a medida que la epidemia avanza, junto con otros que también apuntábamos entonces: caída de precio del petróleo y de las materias primas, disminución de los flujos comerciales, disrupciones en la industria tecnológica e inestabilidad de los mercados financieros. Pero es en el tráfico aéreo donde el impacto va a resultar más inmediato: la IATA acaba de actualizar sus previsiones económicas ante la expansión del COVID-19, dibujando dos escenarios: uno de disfusión moderada del virus, con 63.000 millones de dólares en pérdidas globales de ingresos de viajeros, sólo en 2020, y otro de difusión más extensa, en el que las pérdidas pueden alcanzar los 133.000 millones de dólares. Este último escenario, nada improbable de proseguir la tendencia epidémica actual, podría llevarse por delante a muchas compañías aéreas. De su capacidad de reacción y adaptación dependerá su supervivencia. Huelga apuntar, además, las consecuencias derivadas en otros sectores tan importantes para muchos países como el turismo, algo que se nota ya con fuerza en las zonas más afectadas por la epidemia. Vienen curvas para todos.

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Todo lo dicho se traducirá en una ralentización económica que instituciones internacionales como la OCDE han empezado a estimar en la revisión de sus previsiones:

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Otras firmas de análisis macro, como Focus Economics, apuntan a efectos similares, tanto en la economía china como a escala global:

Estas estimaciones no resultan triviales, y son susceptibles tanto de empeorar como de ser contenidas. La falta de confianza en la respuesta de los gobiernos e instituciones internacionales a esta pandemia podría conducir a que el parón económico se consolidara y acabara produciendo un daño a los ciudadanos mayor que la propia enfermedad, que por ahora parece estar muy lejos en letalidad con respecto a otros brotes víricos. Ello abriría las puertas a una crisis sistémica de naturaleza y consecuencias imprevisibles, poniendo a prueba la capacidad de respuesta fiscal de las naciones, especialmente aquellas que durante este último período de expansión no han hecho sus deberes estructurales. Esperemos que no sea así, y que todas estas turbulencias acaben resultando un mal sueño dentro de unos meses.

No despreciemos, por tanto, al COVID-19. Este simulacro de gripe, como la califican algunos despectivamente, trae consigo más de un brote epidémico, cada cual más peligroso que el propio virus. Actuemos, y hagámoslo todos, globalmente. La falta de decisión, el acobardamiento y la complacencia conducen inevitablemente al rotundo fracaso colectivo.




Coronavirus, globalización y la geopolítica del miedo.

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Cuando el mes pasado estimaba que el brote de coronavirus se iba a notar no sólo en los mercados, sino en la economía real a nivel mundial, me tacharon de alarmista. Ahora mismo, la disrupción ya se está produciendo. En China, y por dispersión sistémica, en el resto del mundo (debido al espectacular crecimiento y nivel de integración global del gigante asiático). La globalización es lo que tiene: circulan bienes, servicios, capitales, conocimiento… y también enfermedades y miedos.

Corea va incrementar su nivel de alerta al rojo. Turquía acaba de cerrar todas sus fronteras terrestres con Irán. Rusia lo hizo con China. Estados Unidos Estados Unidos ya declaró hace semanas una emergencia sanitaria pública al respecto.


Sólo en el sector aéreo las pérdidas se podrían elevar a 30.000 millones de dólares. En lo que va de año se ha registrado ya un 8,2% de disminución del número de pasajeros en Asia respecto al mismo período en 2019 (IATA).

Más efectos probables a corto plazo:

  • Disrupción de las cadenas de suministro globales, que conlleverá disminución de los flujos comerciales y decrecimiento.

  • Caída en el precio de las materias primas.

  • Inestabilidad en los mercados emergentes asiáticos y más tarde en los globales.

Y la expansión no se detiene. El coronavirus ha llegado con fuerza al Norte de Italia, lo que puede gripar un motor económico ya de por sí muy delicado. Milán ha cerrado escuelas, cines, museos y teatros. Venecia cancela su carnaval. Once municipios, con 50.000 personas, quedan aislados de manera forzosa por un decreto ley. Una evolución a seguir muy de cerca por el posible efecto contagio, y no me refiero al de la enfermedad (que también).

Se impone la geopolítica del miedo, incrementado por la desconfianza ante la falta de transparencia en China (una dictadura política de facto) más el efecto multiplicador y disruptor de las redes sociales, plagadas de noticias falsas que no hacen sino empeorar la situación.

Todavía resulta prematuro aventurar nada, pero estamos ante un cóctel muy peligroso que podría conducirnos a una nueva crisis global de consecuencias imprevisibles. El coronavirus parece el perfecto ejemplo de cisne negro tal y como lo definió Taleb: un hecho con el que nadie contaba y que está trastocando los procesos globales.

Como analista, y si estuviera el frente de una consultoría estratégica, mi consejo sería estar muy atentos y esperar al menos un par de semanas antes de tomar ninguna decisión de política económica o empresarial de alto nivel que pudiera comprometer un muy necesario margen de reacción.

Calidad institucional y progreso económico

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Cuando se habla de reformas, regeneración democrática o combatir la corrupción se hace generalmente de manera muy genérica o poco seria, cuando no de forma oportunista. En mi primer post en Disidentia, y partiendo de un de mis hilos en Twitter, hago un resumen de una interesantísima lectura: Los costes económicos del déficit de calidad institucional y la corrupción en España, de Francisco Alcalá Agulló y Fernando Jiménez Sánchez para el Instituto de investigación económica (IVIE).

Leer artículo completo: Calidad institucional y progreso económico

Carta abierta al ciudadano 0,5%

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Mi querido ciudadano 0,5%.

Hoy quisiera escribirte esta carta apreciativa por todo lo que vas a hacer por nosotros durante los próximos meses. No te conozco personalmente, pero ello no me impide agradecerte de corazón que ofrezcas tu generoso patrimonio para financiar tanto gasto vital para el futuro, descargando de nuestra sufrida condición de clase media la responsabilidad de poner sobre la mesa común los 26.000 millones que necesita España.

Valoro tu silencioso sacrificio en los altares de Hacienda como perceptor anómimo de ingentes ingresos y a su vez voraz consumidor, bebedor y fumador, utilizador avanzado de diversas tecnologías, conductor habitual por autovías de potentes vehículos diésel, ahorrador contumaz y afanado inversor en mercados financieros. Admiro tu contundente entidad de verdadero demócrata y sujeto pasivo de capacidad fiscal casi omniscente. Rezo por que algún día te dignes a revelarnos tus misterios.

Eres nuestro percentil de luz, nuestro Noé tributario, el Moisés que nos conducirá victoriosos a través del mar de la insuficiencia presupuestaria. Quisiera abrazarte, pero sé que prefieres permanecer discretamente oculto entre los tuyos, sin presumir de santidad pagana. Sirvan estas palabras de humilde reconocimiento. Por favor, no nos abandones.

Con la más elevada consideración, me despido de ti como atento y seguro servidor.

Por un desarrollo socioeconómico inclusivo y sostenible

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“Somos muchos los que todavía creemos que la política es una actividad noble con clara vocación de servicio, cuya principal tarea consiste en gestionar adecuadamente los recursos públicos con objeto de crear condiciones que permitan incrementar la riqueza de la ciudadanía de manera sostenible y ayudar a quienes carecen de recursos suficientes.”

Movilidad laboral de tabajadores transfonterizos en la UE: novedades

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Hace unos días, se acordó en el Parlamento Europeo la actualización de las reglas para coordinar los sistemas nacionales de seguridad social, con el fin de facilitar la movilidad laboral en la UE y salvaguardar derechos de los trabajadores en situaciones transfronterizas. Pese que es una medida con buenas intenciones, las diferencias normativas, de salarios y de protección social entre los diferentes países europeos propician desagradables situaciones de arbitraje y abren la puerta a abusos y mafias. la reforma se votará proximamente en el pleno del Parlamento.

Hilo en mi cuenta de Twitter: