Motores en miniatura para un gran hombre

El mundo está lleno de maravillosos personajes anóminos, seres brillantes y luminosos que suelen destacar por un rasgo común: una humildad natural, innata, que les hace relativizar con discreción y silencio la importancia de sus logros.

Este es el caso José Manuel Hermo Barreiro, "Patelo", ingeniero gallego jubilado, cuya historia, recogida hace meses en los medios españoles, ha vuelto a recobrar vida en las redes sociales anglosajonas. No es de extrañar: José Manuel se dedica a fabricar artesanalmente motores en miniatura idénticos a los motores industriales, con una sola diferencia: funcionan con aire comprimido. 

Con independencia de la maravilla técnica de sus trabajos, lo que realmente me ha cautivado es la persona que uno advierte al escucharle hablar de su pasión. Destaco estas palabras en concreto:

Nuestro oficio se acaba. Hoy no hay quien repare: hay que mirar por qué se rompió esa pieza y cómo vamos a arreglarla. Ese el motivo de que ya no queden mecánicos así. Lo que hace falta es delicadeza, tener pasión y mucha delicadeza. Yo, cada pieza que hago, la acaricio como si fuera un bebé... estas piezas tan pequeñitas... pero no es paciencia. Es pasión. Pasión por la mecánica. Esa es mi idea de pensar.

Aunque Don José (que no tiene Internet) habla de mecánica, lo que nos cuenta va mucho más allá: es una enseñanza para todos los demás ámbitos de la vida. ¿No creen?

Comparto también el asombroso vídeo sobre la construcción artesanal del motor V-12 más pequeño del mundo. No sé a ustedes, pero a mí me parece magia. De la buena.